Las analogías son herramientas ideales para analizar escenarios complejos. Por ello, para explicar porque existen cada vez más propiedades con carteles de venta a la espera del “match” entre comprador y vendedor, vamos a realizar un paralelismo entre el mercado inmobiliario actual con una de las apps de citas más reconocidas.
Es decir, vamos a echar uso de la analogía entre la aplicación que usan las personas solteras para organizar citas con potenciales parejas y el mercado inmobiliario actual que tiene exceso de oferta y poca demanda.
Habitualmente, se dice que a una propiedad en venta hay que “encontrarle el novio”, dar con la persona que se “enamore” de ella. Así podemos comenzar a desandar el camino de la analogía entre el mercado inmobiliario y Tinder.
El primer aspecto a comparar es la irrupción del celular. Y esto aplica para ambas búsquedas. El mercado inmobiliario se ha tenido que adaptar a un público en el que el celular forma parte central de su vida. No habría razones para suponer que esta omnipresencia del móvil sería indiferente al proceso de búsqueda de una vivienda. El 85% de las primeras consultas que se reciben en una inmobiliaria se realizan a través de un celular.
Los portales transaccionales más destacados supieron reconocer esta tendencia y adaptaron sus versiones móviles para ofrecer una experiencia cada vez más amigable e intuitiva al consumidor final.
En segundo lugar, hay que destacar que el mercado inmobiliario actual presenta una sobre oferta de propiedades a la venta, pero con un porcentaje de escrituración muy pobre. Independientemente del bajísimo promedio de concreción de operaciones, encontramos una nueva similitud con la app: la inmensidad de la oferta.
Siendo tan amplia la variedad de propiedades el mercado pareciera inabarcable. En esas condiciones parecería casi imposible dar con “la” propiedad ideal para uno.
Sin embargo, tanto las apps inmobiliarias como las app de citas ofrecen una herramienta fundamental: los filtros. Cantidad de habitaciones, con balcón, con cochera, al frente, con amenities, etc., son algunos de los tantos filtros básicos que sirven para ir recortando la búsqueda y orientándola hacia nuestros intereses. Como en Tinder, las preferencias nos evitan dar con propiedades que no satisfacen nuestras expectativas.
En ese mundo de ofertas, de filtros y de infinitas posibilidades que nos alejan de la concreción de una operación hay un actor fundamental: las inmobiliarias.
Las inmobiliarias son las responsables, a pesar de moverse en un mercado que sufre por la falta de un plan económico y por la ausencia de créditos hipotecarios, de que se logre el tan ansiado match. Y en ese camino deben poder acercar a ambas partes. Sobre todo, a la parte vendedora que, en su mayoría, comprendió que debe actualizar los precios de las propiedades y analizar, cada 30 días, si no es necesario realizar una rebaja en el valor.
En definitiva, el mercado va a pagar lo que la propiedad vale, no lo que el propietario dice que vale. Gracias a los portales inmobiliarios, el buscador de una propiedad sabe perfectamente el precio de las propiedades en la zona que está buscando. Y a la parte compradora, presentándole una variedad de opciones que se adecuen a lo que está buscando. Facilitarle el camino al encuentro con su nueva propiedad.
En conclusión, en un mercado inmobiliario cada vez más tinderizado, las inmobiliarias deben ser las responsables de que se multipliquen los match.
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